domingo, 30 de octubre de 2011

Mucha belleza para ser cierto

El primero de diciembre fue un día agobiante, puesto que Andrés Manuel López Obrador tomaría la presidencia. Al dirigirnos al Palacio Nacional, íbamos con miedo de tan solo pensar que podíamos ser asesinados. A cada instante sentía un escalofrío que recorría por todo mi cuerpo, las manos me sudaban, las piernas me temblaban. Era una zozobra atroz.

Por fin llegamos al Palacio Nacional, donde nos esperaba la prensa y todos los miembros de la política. Por más que Andrés trataba de apaciguarse, reflejaba en su mirada el temor de ser asesinado en ese momento. Pero gracias a Dios, no fue así. Se llevó a cabo la ceremonia y fue oficialmente nombrado presidente de la república. Al ver que todo salió como se esperaba, nos sentimos tranquilos y el miedo que sentimos se desvaneció por completo.

Continuamos con lo que se había planeado anteriormente. Por primera vez pasé una Navidad y un Año Nuevo alegre, sin carencias, sin preocupaciones. Conforme transcurrían los días, se iba cumpliendo cada propuesta. A cinco meses de la construcción de los institutos, se fueron inaugurando cada uno con el nombre de Rayo de Luz.

Mi familia estaba feliz, pues contarían con la ayuda de los institutos, podrían continuar con sus estudios y ser personas cultas, entre otras cosas. A mediados de enero del 2013 los capitalinos organizaron marchas, mitin, huelgas y todo lo necesario para que el presidente renunciara a lo que estaba haciendo por los indígenas. Él estaba convencido de que no iba a debilitarse ante nada, y siendo el presidente tenía la última decisión.

Al ver que Andrés seguía en favoritismo con los indígenas, nuevamente recibimos una amenaza, decía lo siguiente: “Esta es la segunda advertencia. No es conveniente estar a favor de los indios. Sobre advertencia no hay engaño, así que vete con cuidado…”. Creíamos que no se atreverían a tal atrocidad, ya que si no lo hicieron antes de que tomara la presidencia, menos a estas alturas del partido.

A pesar de haber recibido la amenaza, seguíamos con nuestros objetivos. Notábamos la respuesta y felicidad por parte de los indígenas y veíamos que todos los días asistían a los institutos a pedir asesorías, a tomar sus clases, ir al servicio médico o a los diferentes talleres que se impartían, entre otras actividades recreativas.

Estaba previsto, que cada mes tendría que viajar a los estados para llevar cierto control y verificar que las cosas se estuvieran haciendo correctamente. Realicé mi primera visita al instituto de Oaxaca a finales de febrero. Todo iba en orden…

Esa noche tenía pensado salir a caminar por el jardín del hotel, pero me sentí indispuesta. Por lo tanto, me recosté en la cama a ver una película; justo cuando prendí la televisión estaba en las noticias. Por un momento me detuve en ese canal porque me llamó la atención un reportaje. En cuanto terminó, se enlazaron los noticieros de México para dar la noticia del año: “El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, fue secuestrado esta tarde al salir de los pinos. Se dirigía al Comité Nacional. Ubicado en la calle Benjamín Franklin, colonia Escandón, en la Ciudad de México. Aún no se sabe el motivo de este atentado. Seguiremos al pendiente…”.
(Final)

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