domingo, 6 de noviembre de 2011

Impotencia

Al saber la noticia, mis ojos se llenaron de lágrimas. En mi mente se iban construyendo escenas atroces y lúgubres. Temía por su vida, ya que nuestra relación se fue acrecentando con el paso de los meses; empecé a tomarle cariño y aprecio porque lo veía como un padre. De inmediato le marqué a su esposa Sofía para saber si tenía noticias o si los secuestradores se habían comunicado con ella. Lo único que me dijo fue que no había recibido ninguna llamada, pero sí recibió un sobre con fotos en las que se apreciaba a Andrés golpeado brutalmente y con un mensaje: “Le advertimos que no se inmiscuyera con los indígenas…”. Esa misma noche tomé el primer vuelo con destino a México.

Pasaron dos días de angustia, desesperación e incertidumbre de no tener noticias de Andrés. El 3 de marzo fue encontrado el cuerpo sin vida de AMLO a las orillas de la carretera México-Cuernavaca. El cuerpo se hallaba  descuartizado en una bolsa negra. Fue una gran pérdida. Nunca me imaginé que ser tan tenaz y buscar una mejor vida para los indígenas fuera a terminar en una catástrofe.

A la semana de haber sido asesinado tuvieron que convocar a nuevas elecciones y esta vez ganó Peña Nieto. Al tomar posesión externó las condolencias por lo sucedido con AMLO. Pero él compartía las mismas ideologías que los capitalinos de desaparecer a todo indio como diera lugar.

Para poder cumplir con la exterminación de todo indígena, les hizo creer que seguirían abiertos los institutos y que las normas se seguirían respetando. Cosa que no era cierto, ya que fue planeado para que así los indígenas pudieran ser presa fácil, debido a que son personas ignorantes e ingenuas.

A 15 días de gobernar, ordenó destruir todos los institutos y eliminar toda ley a favor de los indígenas. Asimismo, decretó nuevas reformas, las cuales indicaban que cada familia indígena tenía que estar al mando de las familias capitalinas. Realizarían todas las labores de la casa, pero sin goce de sueldo. No tendrían derecho de salir a las calles. Tampoco gozarían de servicio médico, entre otras tantas… Los indígenas desconocían lo que estaba haciendo Peña Nieto, los únicos que tenían conocimiento eran los capitalinos y por supuesto toda autoridad política.

Lo que planeaba hacer Peña Nieto es dar a los ciudadanos el privilegio de exterminar a cada uno, pero todo sería con cautela. Como era bien sabido, los mestizos odiaban y les repugnaba el tan solo escuchar la palabra indígena. A principios de abril cada ciudadano se iba haciendo cargo de los indígenas. Para poder traer a los demás indios radicados en los estados de la república, argumentaron que los capitalinos requerían la ayuda de ellos para realizar labores domésticas con atractivo sueldo y buenos tratos. Al no tener conocimiento de lo que harían con ellos, estos aceptaron y se vinieron a la capital. El Gobierno iba asignando a cada familia indígena con las familias capitalinas.

Por mi parte no podía hacer nada, ya que a la muerte de Andrés me habían amenazado por correo electrónico diciendo: “Así como terminó AMLO, terminará toda persona que siga con la estúpida idea de apoyar a los pinches indios mugrosos. Y no descansaremos hasta exterminar toda esta basura… Yerine, no creas que te has salvado, serás la próxima. Deja que te encontremos…”.

Al saber lo que decía el mensaje volvió la misma angustia y temor. No sabía que hacer ante semejante situación, tenía miedo. No quería morir asesinada. Un impulso me ordenaba huir de inmediato con mi familia, para protegernos de la atrocidad que estaba por comenzar. El saber que siempre quise buscar un mejor futuro para los indígenas, no podía dejar que terminaran con ellos. Pero era demasiado tarde porque empezaban a capturarlos. Por lo tanto, no tenía otra alternativa más que huir con mi familia y buscar un refugio para que no dieran con nosotros. Por lo pronto nos encontrábamos en la casa que me había ofrecido Andrés. Estábamos escondidos en el cuarto de los trebejos.

La única persona que podía ayudarnos era la señora Panchita. Estaba segura de que ella no me abandonaría y que juntos lograríamos encontrar una solución a todo esto. En la madrugada decidí ir a buscarla a su casa. Eran las tres de la madrugada cuando llegué. Tardó en abrirme y al verme, me recibió con amabilidad. No era necesario que le platicara lo que estaba sucediendo con nosotros y se imaginaba el porqué de mi visita. Aceptó que toda mi familia y yo nos quedáramos en su casa, aunque tanto ella como nosotros corríamos peligro, puesto que ningún mestizo podía estar en contra de lo que había decretado el presidente. Para no ser descubiertos, todos nos trasladaríamos a la casa de la señora Panchita en la madrugada, pero tuvo que ser en tres noches, puesto que éramos 27 miembros de la familia…

Todo este tiempo radicando en la ciudad había sido de obstáculos, fracasos, sufrimientos, discriminación... De alguna manera había sabido enfrentarlos y ser persistente. Pero no estaba segura de que esta vez fuera ser lo mismo. No me sentía con las mismas fuerzas. Todas las posibilidades se habían agotado. Ahora era todo lo contrario con lo que algún día había creído…
(Final)

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